jueves, febrero 28, 2013

Prólogo:Primera carta.



Nunca tuve que conocerte ya que desde antes te llevaba dentro. El momento magistral en el que tus ojos fulgurosos me sonrieron bajo la lluvia, supe que era imposible que, tal humano eclipsara la belleza de la vida. Y ahora después de tanto tiempo cuando tu silencio duele y la humedad de la lluvia se convierte en nostalgia, siento, siento que te extraño y no te llevo dentro. Ahora que el parque principal esta solitario y nuestras siluetas no se deslumbran y nuestras conciencias no se revuelcan con aquel pasado que nunca te dije, que siempre te oculté, viene ese tiempo donde sé que estoy solo, que tu abandono me pesa como plomo en mis ojos que no te observan, en mis manos que no te tocan, en mi boca que no te besa. El parque está verde, aún sigue siendo verano, su aire gélido parece como si atravesara los huesos y sus hojas como si cayeran el en vacio que tiene mi alma, las hojas se remueven y se dejan llevar por la sensación de tranquilidad que avisa entre el susurro del verano “Hacía donde me lleve la vida” y aquel hacía donde me lleve la vida que me penetra hasta el alma me regresa entre susurros “La vida me llevó hasta a ti”. Huele a tierra mojada y eso me recuerda, me recuerda muchas cosas que a veces, simplemente, no se puede olvidar, la tierra mojada desprende su aroma a melancolía y se incorpora a la banquilla que refleja lo mismo, como todo éste parque, ésta banquilla que en los hoyos de metal se muestra su oxidación, y en sus descansaderos las gotitas de lluvia que no se alcanzan a disolver, ¿Qué te puedo decir acerca del cielo? Si el único que tengo se encuentra lejos, te encuentras lejos, Oscuro, iluminado por la invisible luna que parece un rayón resplandeciente y las estrellas solo hay pocas unas cuantas, de aquellas que le hacen recordar al hombre sobre la esperanza, supongo que, a causa de la brillantez resplandeciente que parece un destello de luz entre el oscuro firmamento. Últimamente pienso en tí, sin mentiras, sin prejuicios, la verdad, no hay segundo que no piense en tí y tampoco suspiro que no me recuerde tu nombre, tu nombre, me causa dolor al oírlo, me recuerda lo miserable que soy desde que te deje ir, error… error más grande que el de Eva al tomar la manzana del Árbol Prohibido, error al saber que aquella certeza de sacrificio, solo se siente una vez en la vida, y que tal nunca da segundas oportunidades. Pero te marchas, te alejas, te disuelves por mi error, por lo único mal que he hecho, pero no me justifico, lo acepto y por eso arde, arde porque duele, porque ardiendo se siente. Arder, recuerdo lo mucho que ardías en mí. Recuerdo lo mucho que me hacía arder tu sonrisa, me enamorabas sonriendo, porque con ella me aceptabas y me amabas sin prejuicios ¿Qué no todo estaba feliz? No, en el amor nunca basta una porción, hemos adaptado – hemos querida, especifico por la raza humana- la costumbre del amor sacrificado, del amor que duele, que marchita, que no renace de las cenizas. Contigo era distinto tu me sonreías y sabía que me amabas sin prejuicios, sin necesidad de saber mi pasado y saber que te amaba, que te amaba como se ama a una mujer y yo te tomaba de la mano y con ese acto me enseñabas que era ser feliz, que era ser libre y ahora me sobran las palabras para explicarte, pero me faltas tú… solo quiero que sepas una última cosa, me hiciste arder, me hiciste sentir por primera vez que el destino por fin me entregaba algo que era mío, y eso basto y no importa lo demás, solo, solo quiero que me prometas algo, que nunca me olvides, que no sea yo otro aquel amor que se marchitó, porque lo que se olvida muere y yo no quiero morir en tu corazón y si he cometido errores éste es el más doloroso de todos aquellos, pero no puedo odiarme, no como antes, porque terriblemente eres un reflejo de lo que soy, un reflejo de lo que no pude ser y lo que anhelé entonces no podría odiarte, no amándote como lo hago. Te quiero, por último, recuérdame, recuérdame como algo que se cree tener siempre presente. No olvides la noche lluviosa cuando te reencontré, no olvides ni un beso que te entregué, pero sobre todo te lo pido, te lo ruego, te lo suplico…no me olvides, porque yo nunca lo haré. Te Ama Dalton.

Segunda Carta

12 de abril
El día amanece igual, el aura primaveral se ve con más resplandor y el sol renace. Prometí no escribirte más, pero ¿sabes? Ayer algo en el tiempo cambio, algo que esperemos y quiero que lo sepas y lo tomes como una reliquia simple. No me escribas, lo sé, me lo dijiste. Bueno ahora yo te pido que si quieres no me leas, pero ambas cosas son inverosímiles, nuestro mundo siempre fue una pieza inverosímil. Volviendo al punto; algo había cambiado en el aire, y aunque todas las cosas siguen igual, y tu taza de té en la ventana sigue coagulada, y la cama entre sabanas revueltas que no arreglé y la mesa llena de mis libretas e ideas, y no estás tú, con ese hecho nada parece cambiar pero el tiempo sí, y el espacio también, y ayer  termine la novela que siempre te oculté, que te prohibí leer, que evité que supieras mucho de mi trama, porque aquella trama que tanto codiciabas por el tiempo, pasión, y sudor invertido mío en ella, te exasperaba y te causara una curiosidad que rompía nuestra complicidad, aun así nunca fuiste desleal a mí y no tocaste ni un solo cuaderno, ni mi espacio Vitae . Cuando puse la última línea como la original, me alegro como una estrella fugaz que pasa por el firmamento, pero de igual modo me entristeció  ¿Qué importa si no estás tú?
  te lo oculté no por la obra magistral, si no porque era una capsula de promesas rotas, de la promesa que hicimos de que lo único que sabríamos uno del otro era el nombre, y el amor sería una frontera sin límite que solo observaba hacía delante. Y la rompimos, la rompimos cariño, y lo hicimos porque el amor siempre exige una raíz, una raíz donde se busque injertar para siempre dos semillas y esas dos semillas somos nosotros, pero ¿Cómo amarse dos personas que no conocen ni una pista de su pasado? Si es posible, aun lo pienso, pero el amor combate contra todo lo intangibley está lleno de prejuicios y expectativas.
 De alguna u otra manera mi querida, yo sabía que estas cosas iban a pasar, mi espíritu contradictorio me lo decía, y me lo confirmo conscientemente cuando me dijiste que eras Francesa y me contaste que aquel Paris que la personalizaban en buenas memorias antanas era tu lugar de origen y comenzaste a hablar de ti, de la sombra de tu pasado, hablaste tanto que me ofuscabas, me ofuscaba la incertidumbre de que tú querías saber algo más que mi nombre.                                     
Tuve miedo,Tenía miedo de que supieras quien era, de que todos mis complejos salieran al aire y lo peor de todo, tú, eras tan tuya con ellos, los tomabas como amigos y cuando te aburrían los lanzabas lejos. Miedo a que supieras que el terrible espejo de mis miedos y a la vez mis libertades eras tú. Con eso no me considero un hombre con demasiados lineamientos, pero sabes todo subconsciente los tiene y yo no quería alejarte con los míos. ¿Lineamientos? Ahora pienso en la palabra y me viene en avalancha mental con tu nombre, que linda manera de decir con aquel acento agregabas “lineamientos” la palabra perdía el significado cuando la decía tu boca y se perdía en su dulzura, cariño, sabes que siempre intentamos vivir sin nada de aquellas cosas que atañen al hombre. Pero esas cosas también las tiene el amor y atañe al humano que lo experimenta, por eso pasó toda ésta tragedia, pero no hay mucho por hacer, solo tengo la esperanza de que puedas leer esto, y entender las cosas que mucho me cuestan explicar y saber que si te dejé ir, fue porque tuve miedo y que si existieran las segundas oportunidades en otras vidas, prometería no dejarte ir jamás.
PD: Abre el paquete que viene desde nuestro hogar, ahí leerás todo lo que querías saber espero y no te moleste y si es así puedes quemarlo, arrojarlo lejos.
TE AMA  DALTON


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